Las Minas de Caolín eran una de las principales fuentes de sustento para la mayoría de los habitantes de la localidad, puesto que un elevado número de personas vivían de este negocio.
El caolín tenía y tiene un gran número de usos, para la creación de vajillas de cerámica, para polvos de talco y para cristal principalmente.
Las minas pertenecían a un empresario valenciano que se instaló en el municipio, este señor introdujo una forma muy tradicional y a la vez un poco rudimentaria de tratar el caolín.
Para la creación de las galerías empleaban cartuchos de dinamita, con ellos abrían el primer surco y posteriormente continuaban los trabajadores de la cantera con picos, de ésta forma se evitaban posteriores desprendimientos. De la zona interior de las galerías extraían la materia prima, que sacaban al exterior con vagonetas y carros. El caolín en principio salía mezclado con arena. En la parte exterior había unas balsas, aquí traían la arena que contenía el caolín y mediante decantación separaban ambas partes. El caolín lo enviaban a una zona cubierta donde se encontraban las prensas por las que tenía que pasar. Se trataba de unas telas largas de lona de aproximadamente un metro de largas, que reparaban y mantenían las niñas del pueblo para obtener una compensación económica. Una vez concluido el proceso, los obreros sacaban al exterior las placas de caolín para que adquirieran consistencia mediante su secado al sol.
Por otra parte, había unas cuevas más pequeñas en las que sólo se extraía arena, ésta no había sufrido los procesos de limpieza, sólo se picaba y cernía, posteriormente se cargaban los carros con arena y los burros tiraban de ellos hasta Teruel, donde de calle en calle iban gritando las mujeres “¡arena de Villel!”, así salían a las puertas de sus casas para comprar un poco de esa arena que posteriormente emplearían para fregar.
El negocio de las minas fue decreciendo principalmente por la extracción en otro municipio próximo, lo que ocasionó su cierre.